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Jack Unterweger
Jack Unterweger
Jack Unterweger
Jack Unterweger
Un caso que demuestra que la fama de un recluso, lograda por los libros que escribía en la cárcel, pueden hacer pensar que un asesino ha logrado rehabilitarse, a pesar de los informes penitenciarios que lo negaban, y dejar en libertad a quien demostró que el deseo de matar no había desparecido de su mente perturbada.
Ana Alejandre
Cuando ABC publicó, el 18 de febrero de 1992, la noticia cuyo titular era: 'Buscan a un conocido escritor austríaco como presunto asesino de ocho mujeres'. hasta entonces, Jack Unterweger (Judenburg, Estiria, Austria 16 de agosto de 1950 – Graz, Austria, 29 de junio de 1994) había sido considerado un ejemplo de reinserción social, después de los quince años que cumplió de condena por matar a una prostituta en 1974.
Durante su condena se dedicó a escribir novelas, poemas y obras de teatro, incluso llegando a escribir libros infantiles. Tuvo un resonado éxito entre los lectores que llevó a los intelectuales de su país a convertirle en un símbolo nacional de la reinserción social y la rehabilitación, y llevaron a cabo una campaña para promover su liberación.
El Gobierno le concedió la libertad en 1990, aunque esto le llevo a cometer otros nuevos y terribles crímenes y no a la literatura como todos esperaban. La policía consideraba que en los dos años primeros después de concederle la libertad podría haber matado a ocho mujeres más, de las cuales siete eran prostitutas. Además, tenían constancia de que el asesino aseguraba que no se entregaría y advertía que había propuesto a los investigadores que se pusieran en contacto con su abogado para que actuara como intermediario para contestar las preguntas que la Policía quisiera hacerle.
Dicha noticia impresionó a Austria y al resto de los países europeos, ya que su supuesto caso de reinserción les ofrecía un ejemplo de que puede haber una segunda oportunidad de rehabilitación social para todo el mundo. El asesino había escrito en la cárcel su primera obra autobiográfica titulada El purgatorio. Después escribió varias obras de teatro inspiradas en su estancia en la prisión, la que servía de telón de fondo y su última obra Grito de miedo que trata el tema del SIDA. La primera obra citada fue llevada l cine con el guiÃ⊃3;n del propio autor y fue subvencionado por el Ayuntamiento de Viena y un banco, firme en el que colaboró también la televisión estatal. El autor quedó insatisfecho por las pocas ganancias que le supuso dicha película, a pesar de que sus obras escritas en la cárcel le habían proporcionado unos ingresos de 135.000 dólares.
Quizás la clave de sus asesinatos esté en la terrible infancia de este escritor que descubrió su talento literario en la cárcel.
Unterweger nació en el seno de una familia humilde y de escasos recursos de la localidad austriaca de Judenburg, en 1950, lugar en el que a sus pocos años pronto se convertiría en una pesadilla. Su madre ejercía la prostitución y tenía continuos problemas con la le. Abandonó a su hijo, dejándolo con su padre que era alcohólico y del que recibió abusos. Además, su abuelo que fue quien lo crio, solía darle palizas y llevar prostitutas a casa, obligando al pequeño Jack a emborracharse con ellas. Por no haber asistido a la escuela, el futuro escritor había creído siendo analfabeto y sin ningún tipo de educación, se vio abocado a la delincuencia y, durante cierto tiempo, fue proxeneta. De ahí que cometiera su primer asesinato, estando en un ambiente de delincuencia, proxenetismo y bajos fondos no es de extrañar. Cuando tenía 24 años, llevó a cabo su primer asesinato, y su víctima fue una alemana de 18 años llamada Margaret Schäfer a la que agredió sexualmente y, después, golpeó brutalmente con una barra de acero hasta la inconsciencia. después, la estranguló con su propio sostén y la arrojó al bosque. La Policía lo detuvo al cabo de un año de cometido dicho asesinato, y, tras un juicio que no tuvo la resonancia del segundo, pues aún no era conocido por sus libros y fue condenado a cadena perpetua.
Parece ser que en el juicio lloró mucho, juró que lo sentía y pidió que le dieran una segunda oportunidad. Hizo méritos en la cárcel para salir de ella, aprovechando su estancia en la cárcel para aprender a leer y escribir. Pronto publicó sus primeros libros y poemarios, con una facilidad tan sorprendente que se convirtió en un escritor de culto. El asesino fingió estar arrepentido y dispuesto a vivir en libertad como un ciudadano más. Su éxito definitivo le llegó en 1983, cuando publicó su tremenda autobiografía en la que contaba exhaustivamente tu atroz infancia.
Este libro obtuvo un gran éxito de ventas y eso le valió que intelectuales y escritores se lanzaran a defender la libertad del autor asesino, porque, aducían, que quien escribía tan cien y con tanta sensibilidad y estaba tan arrepentido no debería seguir encarcelado. La presión mediática obtuvo su premio cuando el 23 de mayo de 1990 Fue liberado- desgraciadamente, y como sucede en otros países, los informes psiquiátricos de este preso “modélico” no fueron tenidos en cuenta, a pesar de que hacían constar de que volvería a recaer. Sin embargo, la ciencia, como muchas otras veces, no fue oída y la sensiblería de los “intelectuales” de ese momento (cabría que preguntarse cómo es posible que “intelectuales”, serios y rigurosos si lo fueran realmente, no tomen en consideración la opinión forense de psiquiatras, en un caso tan delicado en el que está en peligro la vida de otras mujeres si el asesino es puesto en libertad. Lo que pone en evidencia que ahora se les llama “intelectuales” a quienes escriben libros de subgéneros comerciales en serie y por encargo). Además, también apoyaron la puesta en libertad del famoso recluso los políticos, policías y el pueblo que veían en él que había sufrido mucho en su niñez y aprendido de sus errores pasados.
Mientras el asesino escritor se había hecho famoso y engañado a un país que le había considerado, antes como un delincuente sin importancia y, después, como una figura mediática importante y admirada. Cuando saló en libertad aparecía en los debates televisivos y escribía en los periódicos más importantes. Le hacían entrevistas para que hablara sobre la rehabilitación de los reclusos. Sus obras de teatro eran representadas con gran éxito y él asistía a los estrenos como invitado de honor, con un traje blanco y una flor roja en la solapa, marcando un estilo personal propio que ganaba la admiración de las mujeres. El público solo veía en él lo que quería ver, pero nadie recordaba a aquella joven violada, golpeada y estrangulada que había quedado tirada en un bosque como los despojos de un animal muerto. La sociedad, ciega y sensiblera, aplaudía al asesino y olvidaba a la víctima. Y esa fue su gran error.
Ya había advertido el escritor y agente del FBI, Greg mcCrary, que cuando se educa a un psicópata, lo único que se consigue es un psicópata educado, no a una persona mejor y rehabilitada realmente. Y no se equivocó, porque una vez en libertad, Unterweger volvió a cometer más crímenes y más atroces, mientras seguía codeándose y engañando a la elite de su país que estaba fascinada con ese escritor y asesino, del que olvidaban la segunda parte y se quedaban con la primera.
Su siguiente víctima, después de salir de prisión, fue hallada desnuda en septiembre de 1990. Solo llevaba un anillo de bodas y los calcetines. Coincidiendo así con la adolescente que asesinó en 1974, con la que había utilizado la misma forma de actuar con la víctima, una vez muerta.
Pero esta no sería la última, pues después se encontró a otra y sucesivamente hasta llegar a seis víctimas, todas ellas prostitutas, siguiendo el mismo patrón de conducta en el momento de matar y abandonar el cadáver. Y mientras la opinión pública consideraba al asesino un ciudadano ejemplar y, además, famoso por sus obras literarias.
Lo más paradójico es que mientras cometía estos asesinatos, escribía artículos sobre crímenes reales para una revista. El profesional del asesinato opinaba sobre crímenes reales de otros asesinos, sin que nadie sospechara de él, en cuanto a sus propios crímenes que no dejaba de cometer. En 1991 viajó a Los Ángeles para escribir un artículo sobre las diferencias en el trato a las prostitutas de Estados Unidos y Austria y, para no desaprovechar el viaje y poner a prueba sus teorías, mató a otras tres trabajadoras del sexó., cuyos nombres eran Sherri Ann Long, Shannon Exley e Irene Rodríguez. Las víctimas tuvieron a mala suerte de encontrarse cara a cara con un teórico del trato a las prostitutas que ejercía de profesional del asesinato de lumis en sus ratos libres. En total ya contaba con nueve víctimas, el inofensivo exrecluso que estaba arrepentido. Lo demostraba continuamente.
Pero tuvo la mala suerte de tropezarse en su camino con un detective retirado que se obsesionó con ese caso que parecía irresoluble y que siguió las pistas dejadas por el
Obsesionado con el tema, fue un detective retirado que decidió investigar por su cuenta quien puso a la Policía sobre la pista de Unterweger. Había comprobado que dos de las tres nuevas víctimas habían sido vistas con él. A esto se sumaba que la Policía austriaca también estaba investigando y con vigilancia al escritor con apariencia inofensiva, mientras él se hallaba en Estados Unidos. Las sospechas se acrecentaron cuando le pidieron una coartada que demostrara que era inocente del asesinato de una prostituta, ocurrido el 7 de marzo de 1991. El había declarado que ese día había estado con su novia, pero la policía demostró que el sospechoso había participado en un seminario que finalizó a las 21:30, lo que le había dado tiempo suficiente para cometer dicho asesinato del que era el principal sospechoso.
Además, consiguieron encontrar el domicilio del escritor una bufanda roja que coincidían con las fibras halladas en una de las víctimas. Esto aclaraba su autoría y, a principios de 1992, a su regreso a Austria, supo a través de un amigo suyo de que le estaba buscando la policía por varios asesinatos. Sn esperar más, se fugó con su amante de 18 años a Canadá, pero cometiendo el craso error de intentar entrar clandestinamente después en Estados Unidos. Fue detenido en dicho país y extraditado a Austria, donde sería juzgado por sus 11 asesinados achacados a él, de los que 1 lo cometió en la República Checa, 3 en Estados Unidos y 7 en Austria.
ABC el 21 de abril de 1994 se inició el juicio contra él por los asesinatos antes mencionados. Fue declarado culpable y condenado a una cadena perpetua y enviado de nuevo a prisión el 29 de junio de 1994. No tardó nada más que seis horas después de que oyera su sentencia en cumplir su promesa de que no viviría más encarcelado y lo cumplió ahorcándose con los cordones de sus pantalones. Al mismo tiempo que un guardián encontraba su cuerpo sin vida, salía un periódico vienés creando una gran duda en sus lectores con la pregunta de “¿Y si resulta que no fue él?” Esta inquietante disyuntiva convierte al proceso y posterior condena del escritor en un turbador dilema.
Como siempre, la realidad supera a la ficción con creces y siempre es más aterradora por el mero hecho de que es verdad.
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